¿Los apostadores deportivos exitosos son inversores más perspicaces?

Es razonable plantearse un vínculo entre las apuestas deportivas y la inversión. En un nivel muy básico, ambas actividades comparten rasgos de juego de azar. Apostar en deportes consiste en poner cuotas a un resultado —por ejemplo, quién ganará un partido de fútbol o cuántos puntos se anotarán en total en un encuentro de rugby.

Invertir en valores de bajo precio (“penny stocks”) o subirse a las últimas tendencias bursátiles es muy similar al riesgo asumido en una apuesta deportiva. La mayoría de las inversiones se basan en especulaciones impulsadas por medios de comunicación y redes sociales y, al igual que las apuestas, no garantizan un desenlace positivo.

Aunque no existen certezas, es posible optimizar las estrategias. Por ejemplo, se puede visitar recursos como Legalbet España, que analizan las casas de apuestas y las comparan para saber dónde encontrar las mejores cuotas y acceder a los mercados de los deportes que mejor se ajusten a tus tácticas. Pero, ¿pueden los conocimientos adquiridos en el mundo de las apuestas deportivas aplicarse también a la inversión? La capacidad de analizar el riesgo y manejar situaciones inciertas, habitual entre los apostadores más experimentados, también tiene un gran valor en el ámbito de las inversiones.

Desafíos por delante

A primera vista, apostar puede parecer muy sencillo: elegir el resultado correcto de un evento o predecir cuántos puntos o goles se marcarán. Pero esto no refleja el delicado equilibrio necesario para hacerlo con éxito.

Los apostadores buscan las mejores cuotas y aprovechan oportunidades en las que la casa de apuestas ha infravalorado una opción de mercado. Por tanto, las apuestas deportivas pueden ser muy matizadas, y esas habilidades de investigación resultan útiles a la hora de invertir.

Una diferencia de mentalidad

Para muchos, lo que motiva a apostar no es solo ganar dinero, sino también el reto intelectual de descifrar el juego y vencer las probabilidades de la casa. Para ellos, hay un componente de entretenimiento ligado al riesgo.

En cambio, la motivación principal de un inversor es generar dinero. El valor de entretenimiento prácticamente no entra en la ecuación de la inversión, lo que hace que los inversores tiendan a ser más cautelosos frente al riesgo.

Además, invertir exige más paciencia. Las apuestas deportivas se liquidan rápidamente, normalmente el mismo día, mientras que las inversiones pueden tardar meses o años en fructificar.

Riesgo y recompensa

Tanto en las apuestas deportivas como en la inversión existe un equilibrio entre riesgo y recompensa, pero los apostadores suelen mostrar una mayor confianza en sus pronósticos. En general, estudios indican que los apostadores tienden a arriesgar más de lo que pueden permitirse perder, algo que los inversores suelen evitar.

Aunque la diferencia no sea muy amplia, esa actitud propia de las apuestas debe moderarse antes de adentrarse en la inversión. Los valores bursátiles pueden cambiar con rapidez, por lo que gestionar el capital disponible es todavía más crucial.

En las apuestas deportivas, el apostador tiene claro cuánto arriesga, ya que el riesgo se limita al valor de la cantidad apostada. En cambio, al invertir, el capital inicial puede terminar valiendo menos que el precio al que se compró la acción. 

Así, cuando se trata del desembolso inicial, la diferencia entre apostar e invertir es considerable. La inversión en bolsa guarda similitudes con las apuestas de margen, donde las pérdidas pueden superar el capital invertido, a diferencia de las apuestas tradicionales con cuota fija o las de intercambio, que son más habituales.

¿Son mejores inversores los apostadores deportivos?

Históricamente, se observa una tendencia clara: hay más inversores que también participan en apuestas deportivas que apostadores que decidan dar el salto al mundo de la inversión. Las apuestas deportivas ofrecen a los inversores una vía para asumir un mayor nivel de riesgo en eventos puntuales.

Esto contrasta notablemente con la inversión tradicional, orientada generalmente a la acumulación de sumas más elevadas con fines como la jubilación. Por eso, para muchos apostadores, pasar de un entorno lúdico basado en ingresos disponibles y ganancias modestas, a un escenario de inversión más arriesgado, volátil y que requiere mayor dedicación, puede ser un desafío considerable.

De un apostador a un inversor: ¿es posible?

Ni las apuestas deportivas ni la inversión pueden garantizar ganancias. El número de apostadores deportivos exitosos representa un porcentaje muy pequeño de las personas que participan en ellas a largo plazo.

Tener experiencia en apuestas deportivas no necesariamente convierte a alguien en un inversor más perspicaz que alguien que lleva años estudiando el tema, ni más que aquellos provenientes de otros sectores financieros.

La inversión siempre debe ser abordada con una mentalidad cautelosa y con el tiempo suficiente para estudiar y aprender los fundamentos. Con tantas variantes de inversión, es un sector accesible para todos, y las personas con experiencia en apuestas deportivas aún pueden aprovechar ciertas ventajas derivadas de sus habilidades.

Deben tener un buen entendimiento del valor y de cómo se producen las tendencias en los precios del mercado, además de contar con una base sólida de análisis de datos, lo que puede ser muy útil para desarrollar estrategias de inversión.

La disciplina es otro factor clave, y generalmente se cultiva bien entre los apostadores deportivos. Muchos de ellos enfrentan presión al lidiar con rachas de pérdidas y al trazar estrategias durante las apuestas en vivo. Mantener el control emocional y apostar con la cabeza y no con el corazón es una habilidad transferible para tomar decisiones racionales sobre inversiones.